miércoles, 13 de octubre de 2010


En este mundo traidor nada es verdad ni es mentira todo es segun el color del cristal con que se mira

miércoles, 12 de mayo de 2010

Hace unos días

Hace unos días, yo era, de esas, que piensan siempre en la botella medio vacía.
Hace sólo unos pocos días, pensaba que todo lo malo me pasaba a mi, y lo que me rodeaba siempre era más sortudo que lo mío. Hace sólo unos pocos días, creía querer al más "mejor"; y hace sólo unos días sentía dolor de vida.
Me refiero a que esos pocos días, que quizás son meses, años o décadas, nunca pasan en vano. Y aunque olvidar, perdonar y pasar página es muy noble y magnánimo, no podemos dudar que el libro ha sido escrito, editado y solo uno mismo, es quien decide si el libro debe ser publicado. Publicar tus temores, desilusiones, nostalgias, desasosiegos, frustraciones, etc. es publicar una mierda de libro, así que no podemos dudar ni por un momento que evidenciar esta inmundicia de libro es una soberana cagada.
Anda a la chingada hoguera, que aun hay tiempo de escribir miles de otros libros, y estos anteriores que digo, quiero que mueran cada año para San Juan.
Por cierto, mi niña, quieres que te cuente mi último cuento?

lunes, 19 de abril de 2010

El papel arrugado


Mi carácter impulsivo me hacía reventar en cólera a la menor provocación. La mayor parte de las veces, después de uno de estos incidentes, me sentía avergonzada y me esforzaba por consolar a quien había dañado. Un día una persona a quien tuve que dar excusas después de una explosión de ira, me entregó un papel liso.
Y entonces me dijo: “Estrújalo.” Asombrada, obedecí e hice una bola con el papel. Luego me dijo: “Ahora déjalo como estaba antes.” Por supuesto que no pude dejarlo como estaba. Por más que traté, el papel quedó lleno de arrugas. Entonces esa persona dijo: “El corazón de las personas es como ese papel. La impresión que dejas en ese corazón que lastimaste será tan difícil de borrar como esas arrugas en el papel. Aunque intentemos enmendar el error, ya estará marcado’ ”.
Por impulso no nos controlamos y sin pensar arrojamos palabras llenas de odio y rencor y luego, cuando pensamos en ello, nos arrepentimos. Pero no podemos dar marcha atrás, no podemos borrar lo que quedó grabado. Y lo más triste es que dejamos “arrugas” en muchos corazones.

Llevo años planchando el papel, al fin lo estoy logrando. No más rencores, no más reproches, no más palabras heridas, no más nada, al fin, vivir sin vivir a medias, al fin vivir sin fin.

martes, 13 de abril de 2010

Elefante encadenado



Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante.
Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de su peso, tamaño y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.
El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye?
Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapa porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia:
– Si está amaestrado ¿por qué lo encadenan?
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta. Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta:
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo.
La estaca era ciertamente muy fuerte para él.
Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía... Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a sus destino.
Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree –pobre– que NO PUEDE. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.
Jamás... jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez...
Vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad... condicionados por el recuerdo de “no puedo”, “esto es así porque es así y no se puede cambiar”...
 Quizá es el momento de intentarlo de nuevo...

jueves, 18 de marzo de 2010

Nada de Nada, ya todo me da igual


Siempre dicen que los recuerdos te encienden el sentimiento, pero yo ahora mismo, como dice Edith Piaf, que no reprocho nada, ya todo me da igual, quien siembra recoge y si no hay nada que recoger es que nunca valió la pena sembrar, así que nada de nada que todo me da igual.
Diré que soy feliz y ya nada más.


lunes, 15 de marzo de 2010

Cada paso


Hasta el más difícil de los desafíos puede dividirse en una cantidad finita de pasos fácilmente alcanzables. Quienes sólo den algunos de esos pasos no podrán alcanzar la meta. Aquellos que estén dispuestos a darlos todos, disfrutarán del logro.
Algunos darán sólo unos pocos pasos y luego se detendrán, quejándose por lo injusta que es la vida. Otros darán algunos pasos en una dirección, se aburrirán, comenzarán a moverse de nuevo pero en otra dirección, sólo para terminar desilusionados.
La única manera de alcanzar el éxito es recorriendo todo el camino que lleva hasta él. Dar un paso tras otro sin detenerse hasta estar allí. No hace falta ser un genio para darse cuenta. Hacerlo no requiere de una fortaleza extraordinaria. Lo que se necesita es deseo y compromiso. Si te decides, los tienes.
El camino hacia cualquier logro está frente a ti y tú eres libre de transitarlo, un paso a la vez. Cada uno de los pasos está a tu alcance. Dar todos y cada uno de ellos depende sólo de ti.

Gabriel Sandler

jueves, 4 de marzo de 2010

Flexibilidad


Todos conocemos alguno o alguna. Y siempre hay quien, a su pesar, los tiene que soportar.
Jamás aceptan ningún criterio, opinión o sugerencia, porque se creen en posesión permanente de la verdad. Todo es y se debe hacer como ellos entienden, y cuando no es así, critican y descalifican. Son dogmáticos, arrogantes, se creen perfectos, se resisten a los cambios y piensan que los demás siempre están al límite del error y de la imperfección. No saben felicitar, no saben contagiar, no saben dar. Por eso, no saben amar.
Los manuales de psicología los tienen bien retratados: son los psicorrígidos. Congelaron sus neuronas y tapiaron sus sentidos. Su vida interna es una olla a presión que hierve sin alimento, porque nada tienen por cocinar y ofrecer. En el camino de la vida, la rigidez es el poste que indica la dirección hacia la soledad.
Si te atreves con alguno o alguna, dile que jamás hubo una sola verdad, una sola dirección y un solo futuro. Que a las neuronas, las brisas de otras visiones las mecen y a veces las enriquecen. Que la sonrisa es compatible con la prisa, y el anochecer con el enloquecer. Que los otros mundos están en este mundo, porque los otros no hay manera de que respondan, y por eso hay que abrir sentidos y sentirles al día y al momento.
Si se lo dices, lo más seguro es que te despellejen. Por eso la psicología los define como psicorrígidos. La calle, siempre tan sabia, simplifica: los denomina ..... Tú sabrás.

viernes, 12 de febrero de 2010

Yo Mataré Monstruos Por Ti






Love of Lesvian
en el Palau de la música,
al igual que yo,
mataría monstruos por ti.
Noe*





BARCELONA 2010

martes, 9 de febrero de 2010




Las guerras no sólo las ganan los que vencen, sino aquellos que siguen en pie aun cuando no les queda motivo para ello.